He heredado un nogal sobre la tumba de los reyes (2019)

Basilio Sánchez (XXXI Premio Loewe)
Colección Visor de Poesía.
[...]

No he paseado nunca con mi herida
por ninguno de los jardines que conozco.

La herida es el eclipse que revoca la luz,
la herida es la distancia
que nos convierte en extranjeros.

En el dolor no hay pájaros,
sólo dioses hablando con los dioses.


Casa

Casa
Casa (Foto, Berna)

domingo, 30 de julio de 2017

A Berenice (Canto)

Cómo pudiera yo decirte, cantar esta odisea que pasa de puntillas entre tus diez pequeños dedos. Cómo pudiera yo ofrecerte la tierra y todas, todas las nubes rosadas que protegen la casa. Cómo envolverte y hacer de mi piel un manto de prodigios, contra todo el temor que embiste con furia la puerta de tus días. Cómo puedo inmovilizar el paso tenebroso del agua terriblemente profunda que atravesamos. Berenice, si pudiera discernir la mágica luz reparadora que nace en el futuro y mostrártela entre mis manos agarrotadas por el salitre y el frío. No sé cómo abrazarte tan, tan estrechamente, para formar un vacío en el que solo respiraras las risas antiguas, el pan amasado y el agua. Cómo voy a conseguir que ni un solo rasguño de la ira y la estupidez del mundo te alcancen. Berenice, amor, diminuta sombra sobre la tierra, insignificante luz que intenta caminar y a quien me debo. Cómo ofrecerte la verdad, pequeño cuerpo malherido de caminos indescriptibles y tristes, cómo regalarte la sonrisa necesaria de cada mañana, si apenas puedo respirar en este viaje incierto, en este obligado paso sobre el rumor y la saliva de la muerte. Te cantaré, te cantaré despacio mientras nos escucha tu corazón y recibes la leche tibia de mi seno, murmuraré palabras que vienen de muy lejos acompasadas en el aire que roza las olas, te cantaré para que se alcen las manos dormidas bajo el agua, y los sueños de los muertos cubran la luna de colores, para que los peces vuelvan a recorrer una patria sembrada y florecida de dignidad, mi niña, dignidad; la flor más preciada, la más hermosa. Si yo pudiera Berenice, caminarías sobre adoquines de alborozo, abriría en dos el mar y te regalaría la tierra, el hogar, el alma blanca de las estrellas. Duerme mi niña, somnium hoc evanuit, duerme. 



Foto, Berna




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