Foto, Berna |
HAY luz dentro de la sombra, cunde
la centella bajo alas inmóviles.
Son mortales las médulas
ocultas en la luz.
ANTONIO GAMONEDA (Arden las pérdidas)
Narrar el espacio que transitan los insectos hacia la luz conmovedora, indescriptiblemente bella, podría resultar intranscendente si no fuera porque su presencia aviva los sentidos y aminora los latidos de las ideas alborotadas, inquietas, escondidas como una muchedumbre silenciosa tras las pupilas. Ese espacio nítido en su transparencia, acaricia en una discreta danza, como un balanceo leve, una vibración, un temblor que brota en la superficie. Hay un trecho hacia la luz de todas las cosas que viene a mostrarse tras empaparse en la oscuridad de las raíces. Huele a camino vertical, a fuerza exenta de límites y medida certera. Brota en el zaguán de las sombras y recorre el discernimiento de la vida. La acompaña. Envuelve el movimiento de los pájaros que lo atraviesan siempre en busca del otro lado: la mas absoluta oscuridad, la ausencia, la materia endurecida, sólida, la dilución de los perfiles, de las fronteras.
Un espacio ingrávido, ligero,
apenas perceptible
si no fuera
por esta blancura sin fin
la cadencia en los signos
de todos los poemas.
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