Pasaban las últimas noches en sus casas. Eran noches de desasosiego, y todos soñaban con tormentas de arena. Decían que eso significaba que había llegado el momento de partir, cuando hasta los sueños se secaban y las nubes nisiquiera se acercaban por la noche. Despertaban a los niños antes del amanecer, y se ponían en marcha antes de que el calor apretara. Calculaban cuánto faltaba para llegar a la costa y cuánta agua les quedaba.
Cuando hablaban de esos momentos, decían:"Pasamos por el hambre." Como si el hambre fuera un lugar, un puesto de avanzada en una solitaria carretera. Otras veces decían:"El hambre pasó por aquí." Como si el hambre fuera algo con vida, una pálida criatura ungulada, que aparecía de pronto, arrasándolo todo, o que salía tranquilamente del bosque blanco con traje raído y con la cara arañada, un mostruo o un demonio.
Daniel Mason. "Un país lejano"
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