Réquiem por un corazón
Absurdos los brotes, aguardando primaveras
resistiendo la sequía, ante la mirada
denostada
de las lunas estériles,
de vientos calurosos empeñados
en arrancar las hondas raices.
Se sigue moviendo acompasado;
en su memoria alterada, en su locura
sigue sintiendo las venas
tersas, henchidas de su savia
de su tinta indeleble y solitaria.
Resuena el eco en el vacío extenso
y no se ve solo ni quieto,
sigue cuidando los brotes
esperando valiente, verlos abiertos.
Y a pesar de las cenizas que lo toman
de cómo se esparcen y lo abandonan,
a pesar de haberse quedado sin sombra
y de saberse el desierto, desierto
y resquebrajarse la tierra torda...
entre las manos del tiempo, agazapado,
la sangre viene y lo recorre
y nace aunque muere
el corazón en su crisálida
y revienta el desierto volviéndose verde.
Berna
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