He heredado un nogal sobre la tumba de los reyes (2019)
Basilio Sánchez (XXXI Premio Loewe)
Colección Visor de Poesía.
[...]
No he paseado nunca con mi herida
por ninguno de los jardines que conozco.
La herida es el eclipse que revoca la luz,
la herida es la distancia
que nos convierte en extranjeros.
En el dolor no hay pájaros,
sólo dioses hablando con los dioses.
Casa
domingo, 15 de marzo de 2009
Madrugada de marzo.
Imagen Diana Bóveda
Siete treinta de la mañana, el Opel Astra me pide la quinta, el motor se relaja y mantiene una velocidad cómoda, mi pié izquierdo descansa sobre el suelo del coche. Quedan veinte minutos de viaje hasta el trabajo, es marzo, la luna está inmensa en su ocaso, se muestra en la ventanilla izquierda, amarilla, esférica sobre la niebla de la madrugada. Quiero bajarme, necesito parar para fijarme en ella, para descubrir las oquedades donde se acumulan los deseos de la gente que no cree en nada, las cuencas de sus ojos, dulces ojos que no paran de mirarme. Queda poco para ocultarse entre los montes de ésta mi tierra espléndida, poco para mostrar por última vez en veintiocho días su cuerpo completo, su atracción perfecta. Quiero detenerme, su voz vibra en mi garganta, tierna voz, como de sirena entre estrellas encalladas en la claridad del día que empieza, muertas hasta esta noche. Las ocho horas se acercan al reloj de todos los que me esperan, no puedo detenerme, llegaría tarde. No importa, la imagen permanece y me esta brotando en los dedos, ¿veis?. Fijaros en el cielo de abril, ella acudirá puntual a la cita, y por si no llegáis, aquí dejará la nota del encuentro.
Protectora.
Esa es la palabra.
Las sombras que dibuja,
las que se alargan
en el suelo,
vienen sigilosas
para enredarte
entre fugaces
destellos
de ternura.
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Detener el tiempo; eso es lo que hacéis los poetas cuando escribís.
ResponderEliminarUn abrazo
Rafa
dices bien, somos los intrusos de la memoria, los que no dejan morir ni a sus migajas.
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