"La buena letra" esconde entre sus muros recién pintados, mucho amor. Cada centímetro alberga los momentos de aliento que la hicieron ser. Viven en el aire que se duerme entre los libros muchas palabras. Algunas nunca cruzaron los labios, otras en cambio, pasearon desde la mirada del librero a las de todos los que quisieron compartirlas, los que pudieron tocar la alegría que tejia su tela simétrica, de pared a pared. Suena en su interior como un eco, si te paras a escuchar y sigues la pista del sonido, llegas a descifrar la voz de Lorca, Rimbaud, Berta Piñán. Si buscas en cambio el silencio, cierras los ojos, y aspiras el aroma del papel recién nacido en la estantería o te pierdes en el azul del mar de madera, que dibuja un horizonte infantil, un lugar de fuga, como en un cuadro al que puedes asomarte para soñar. Pero, la mas hermosa de las sensaciones, es el pastor de libros que te guía, el que te saluda al entrar y te sonríe, el que no tardará en conocer tu nombre y te presentará a quien busques entender, admirar, conocer; te servirá las mejores historias nunca escritas, para que te nutras de ellas, como quien comparte con un amigo el mas preciado alimento, y te dirá hasta pronto en el zaguán de la librería con la esperanza de volver a verte.
-"Hubo un día un rebaño de hojas de papel que encontró un pastor de historias y que vivía en la buena letra".
Llego tarde Berna porque hace tiempo que no me paseo por estos blogs amigos que tanto me gustan, pero no puedo más que darte un millón de gracias por todo.
ResponderEliminarUn beso muy fuerte
Rafa
(este texto, sin tu permiso, lo voy a imprimir y colgar en la librería)