Escribirte de tarde en tarde podría suponer un poco menos de soledad
atravesar las paredes traslúcidas del pasado
quizás derrote por un momento el espacio vacío entre cada minuto de julio
en ese momento preciso en el que cruza una gaviota la primera gota de tormenta y vuela mas alto, en círculos
esa sombra quizás se aleje y pueda reconocer algunos trazos irregulares de tus manos sobre un papel pequeño y rayado de azul.
Nada desplegará la última estrella de la mañana, a modo de lecho caliente y tierno, lleno de sudor infantil y risas y sueños.
Nada podrá ofrecerme, lo sé...
y que importa
poco se puede luchar contra la certeza de la espera
allí estaré
quizás la primera luz, una vez mas, me traiga noticias tuyas
he agudizado el oído
cerrado los ojos
inspirado profundo...
...y casi llego a tocarte.
Puede, la próxima vez
entre las plumas rojas de su garganta, o el amarillo de la mariposa,
si dejo que la lluvia me toque
y corra por mis venas,
o me rinda entre las sábanas que alguien desliza sobre mi
con ternura
aunque nada haya sido.
No puedo dejar de esperarte.
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