He heredado un nogal sobre la tumba de los reyes (2019)

Basilio Sánchez (XXXI Premio Loewe)
Colección Visor de Poesía.
[...]

No he paseado nunca con mi herida
por ninguno de los jardines que conozco.

La herida es el eclipse que revoca la luz,
la herida es la distancia
que nos convierte en extranjeros.

En el dolor no hay pájaros,
sólo dioses hablando con los dioses.


Casa

Casa
Casa (Foto, Berna)

lunes, 12 de mayo de 2014

Diosas

Querer no es suficiente tributo, solo, quizás, para las Diosas. Ellas, en su pedestal, en su fría existencia incorpórea, tan solo miran, creo, a los ojos del que dice las ama, y escuchan. Éste relata su presente, sus miserias, su ego crecido en los días azules, el barro de sus zapatos, las heridas, la falsa humildad ante un ídolo de piedra. Ellas, las Diosas, con su impasible perfil, le dan el beneplácito de la prórroga, no se ofenden porque nada han contado que alguien, de verdad, recuerde. No sienten, no lloran, no ríen, o por lo menos, ningún amante lo ha advertido pese a la inmensa devoción y a las horas de recogimiento en el templo. Corren por los siglos las historias donde alguna de las Diosas rompió la distancia y la piedra y oyó, sintió, latir su propio corazón. Ellas se arrodillaron con ternura a los pies de sus hombres devotos y les hablaron. Palabras sobre sus sueños, sus días anodinos, los detalles insignificantes que dibujan los contornos de los días y los hacen brillar. Ninguna pudo en verdad, deshacer la distancia. Demasiado lejos la memoria de quien las ama.

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