––"Hoy hace cincuenta y tres años" me soltó Nando al entrar. Sabía que debía guardar silencio, dejar que se sentara delante de mi y esperar –– Haz cincuenta y tres años que me dieron la paliza en Oviedo, atabénnos a un radiador toda la noche y enfriabes de los palos del día, cuando volvien por la mañana era lo peor porque tabes friu. Lo de los garbanzos debajo les rodilles y arrodillaos hores y hores era terrible, clavávense tanto que era difícil y dolía mucho quitalos.
Todavía vive uno, tan llamando desde Argentina...pero murieron ya muchos.
El mi fiu nació con un problema de corazón, tenía dieciséis años y solo lu podien operar en La Paz. Pero en la Paz tampoco. No tenía seguro, taba huido, los camaradas gestionaron pa llevalu a Rusia con la madre. Quedaronse en casa de Dolores Ibárruri (había sido Diputada por Asturias en el 36). El mi fiu escribióme diciéndome que-y daben un 30% de supervivencia, conteste-y que hiciera lo que quisiera. Murió tres días antes de la operación. A mi no me localizaron (taba huidu) hasta tres meses después pa decímelo. La muyer quería guardar luto pero en Rusia no había todo lo negro del luto, así que Dolores encargolo pa ella a Paris, era muy humana. Incineráronlu (quitaron los huesos) y un camarada dejó un hueco pa guardar les cenices en un cementeriu mas grande que esti pueblu. Y allí ta. La muyer quiso traeles, pero cuando dejaron, los camaradas dijeron que mejor no, porque los rusos no dejaben estar en la exhumación y a lo mejor dábente les de otru. Ahora si podía traeles, pero ya murió la muyer y yo déjolo tar, la pena llévola dentro.
Y mira, Berna, vivir tantos años pa ver esto, como se pierde todo, con lo que luchamos.
Y Berna, una vez mas, se queda con angustia primitiva a punto de nacer, y nombres y lugares que vuelven a la memoria, como un tren a toda velocidad.
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