He heredado un nogal sobre la tumba de los reyes (2019)

Basilio Sánchez (XXXI Premio Loewe)
Colección Visor de Poesía.
[...]

No he paseado nunca con mi herida
por ninguno de los jardines que conozco.

La herida es el eclipse que revoca la luz,
la herida es la distancia
que nos convierte en extranjeros.

En el dolor no hay pájaros,
sólo dioses hablando con los dioses.


Casa

Casa
Casa (Foto, Berna)

domingo, 3 de noviembre de 2013

La Herida



























Final de un día. (Berna)


Llevan tiempo sucediéndose: la nieve, la lluvia, las hojas secas, la yerba verde. Han caminado las nubes sobre aquella ladera y se han ido. Algunas, las mas oscuras, dejaron caer torrentes de silencio y amargura. Los días soleados, la tierra parecía blanca al medio día y los pájaros hablaban como fantasmas de sombra y de viento, acercándose el sonido fugaz, empapado de otras voces. Nacieron los corderos que apenas vivieron para el nuevo año y los cerdos sangraron su alimento al llegar el frío. La tierra se hizo compacta y rasa. Crecieron la sebe, el castaño, alguna solitaria y escuálida amapola. Creo haber visto las flores de azafrán al final del verano. Hubo noches de luna amarilla, entonces bajaban los lobos y escarbaban la tierra olfateando el infierno, también los jabalíes.  Hace cuatro días llegaron y cavaron. Apenas unos metros, en la rasa, muy cerca del castaño enorme ya desnudo de otoño y cubierto de musgo entre las grietas de la madera, sobre las ramas que encaran el viento del norte. Cavaron despacio. La tierra se defendía. Hubo un silencio denso como el aceite, negro como el peso del carbón en los pulmones, como el iris de sus ojos y sus pupilas, bien abiertos ante la fosa desnuda de tierra y llena de huesos. No estaba allí. Ninguno era.
Lleva tiempo mirando al cielo. La luna cambia, pero a veces se detiene sobre sus hombros y acaricia fría su vejez. Él recuerda sus manos blancas y su risa, el pañuelo rojo en su melena. Ha dejado de pensar en la gloria, en la victoria, en aquello que era mas grande que la vida.
Hace ya mucho tiempo y poco queda por caminar. No quiere morir sin encontrar sus huesos.
Cerca del gran castaño, crecen ahora muchas amapolas. Se acercan en racimos a la madera seca que mira al sur.

2 comentarios:

  1. La foto la tomaste tu o es de internet esta increíble
    http://todoestaenquienlocuente.blogspot.mx/

    ResponderEliminar
  2. Las fotos com mi nombre a pie de página son mías. Me alegra que te guste.

    ResponderEliminar