Matices (Berna) |
Las cuerdas, delgadas y traslúcidas, recorren el cuerpo de madera, en las manos del luthier. Un silencio atroz contiene todas las notas del mundo a punto de nacer. En el hueco oscuro, en su interior, duerme como un niño el tiempo y ningún sonido sera capaz de hacerse oír. Así, los ojos confundidos, dejan de ver. Ningún matiz intermitente de luz, deslizándose sobre los días de noviembre, alterará la sangre blanca de lo intangible. La carcoma anidará en las cajas del pintor y derrumbará su caballete. La arcilla se escurrirá sin forma sobre el torno, los dedos olvidaran el hierro o el granito, las palabras iniciaran el éxodo sobre un desierto de papel. No habrá estremecimiento en las caricias, en los besos que buscan la piel delicada, suave, hasta libar la tibieza. Se irán los días sin ser vistos, sembrando de lavanda y amapolas el horizonte, y ninguna noche bañará de bálsamo los ojos de la tristeza. Los números perderán el orden y la memoria. Nada explicará entonces lo que somos.
Comprueba el luthier el arco, su obra.
Las notas
van engranando de nuevo, poco a poco, todo lo que nos conmueve: la luz, la arcilla, el tacto,
y cada una de las palabras que se van engarzando
en las cuerdas, delgadas y traslúcidas
del pequeño violín
Un pentagrama, unas notas, luz
eso somos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario