He heredado un nogal sobre la tumba de los reyes (2019)

Basilio Sánchez (XXXI Premio Loewe)
Colección Visor de Poesía.
[...]

No he paseado nunca con mi herida
por ninguno de los jardines que conozco.

La herida es el eclipse que revoca la luz,
la herida es la distancia
que nos convierte en extranjeros.

En el dolor no hay pájaros,
sólo dioses hablando con los dioses.


Casa

Casa
Casa (Foto, Berna)

jueves, 7 de agosto de 2014

Cuestión de conjuntos

Me acuerdo de José, su discurso vehemente, convencido, su certeza ante la muerte, las ganas de llegar a verla desde hacía años, aún sin ningún achaque considerable. Le gustaba pintar, me regaló dos óleos porque se sentía agradecido. También tocaba el piano y leía literatura de fuerte contenido político, sobre todo de izquierdas. Sus cuadros me traen a la memoria su rostro, su cama, la morfina y el entresueño último acariciándole las pupilas. Le pregunté si luchaba y me dijo que sí. Quería tanto sentir acercarse a la muerte y sin embargo, una vez encarada, no supo mas que pelear para derrotarla.
Me acuerdo de Rosario, una anciana de noventa y un años, sobresaliente en todos los sentidos, sobre todo inteligente y buena. Recuerdo sus relatos sobre la guerra civil española, sobre la posguerra, el hambre, el trabajo en la mina. Recuerdo sus debates sobre la forma de gobierno, las elecciones, se declaraba socialista de nacimiento. Soltera, pero con la compañía de toda la familia a la que cuidó. Tenía los parpados caídos, dejando entrever, apenas, una chispa intensa en la mirada. Llegué justo a tiempo de acariciarle el pelo, la piel de los brazos y de la cara, de susurrarle palabras tranquilas de despedida, a su lado, en su casa, sentada en el borde de su cama. Me hacía frisuelos, me metía fruta en el maletín, porque era ya tarde en la mañana y todavía quedaba trabajo por hacer.
Me acuerdo de Francisca, Oscar, Manuel, Isabel...
Y de la bruma espesa y a la vez transparente que se posaba despacio en la habitación, para cubrir paredes y suelos, difuminar la luz de las bombillas, de las ventanas y concentrarse en el labio superior, al pie de las fosas nasales, lista para ser inspirada en cuanto las pupilas cedieran y se dilataran, se detuvieran los párpados y aflorara esa mueca pálida, informe, sin movimiento, sin luz.
Es cuestión de probabilidades, tarde o temprano Ella dejará de ser bruma y encontraré la guarida en una intersección de conjuntos, tomando para ello: los ojos, los oídos y el corazón.




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