Foto, Berna |
De otro modo
siempre hay algo mas pequeño.
Deshacer la trama hasta la última fibra,
el resto que deja entre los dedos
su recuerdo,
desmenuzar imágenes, notas, colores
seguir su fragmentación hasta el estímulo
meditar lo mucho de continente que somos
admirar el contenido.
Claro está, el cielo cada noche me parece inmenso
me llevaría demasiados días
dividir todas esas luces en algo muy pequeño,
infinitamente pequeño.
Reducir también las cordilleras,
hasta reconocernos iguales
iguales las hojas, la tierra, las orugas
iguales la arena, la ropa blanca, el trigo
iguales el arroyo, los insectos, la casa.
Claro que tan minúsculo todo
que no hay forma de mostrarlo al dictador
y expropiarle ese empeño en lo desigual
en lo que es equivocado o despreciable
y lo que no.
Claro que el dictador piensa al revés:
siempre hay algo mas grande, colosal, extraordinario
una escala desde la hormiga
hasta el vuelo del águila o hasta el sol,
desde las manos que amasan el pan
hasta aquellas que firman las condenas;
Él es el único y mas grande continente
cada día su Grandeza analiza la custodia
de todos los que somos contenido.
Venga a pensar colgado en la pared
con vistas al jardín y al mar
como devolverle el reflejo de lo igual
de lo invisible pero idéntico,
de lo análogamente miserables que somos,
de todo lo que es, igualmente, bello.
Acabé por mostrarle su cadáver
descomponiéndose poco a poco,
desde las cuencas de los ojos
al corazón, tan pálido y quieto,
morada de gusanos y de insectos.
A su lado una rebelde
llena de las mismas larvas, la misma palidez
la misma fealdad en la podredumbre.
Creo que los ha visto iguales.
Claro que no sé si será suficiente
ese sudor perlado en la frente
mientras cava inquieto el barro
en el fondo abandonado
de su ilimitado pais.
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