Foto, Berna |
Y cuando te pierda
llamarán a mi puerta las palabras
como ondas de tiempo lejanas;
las larvas
que no pudieron mostrar sus alas
ofrecerán la lluvia,
el futuro
sobre las hojas aún verdes
del nandumbu.
Rozarán, el viejo tronco
las flores en su caída
y alfombrarán rosadas la tierra.
Como pequeñas aves
las que trinan alto cuando miran,
y descienden al suelo para comer tu pan,
como ellas temerosas y frágiles
sentiré la incertidumbre del pasado
y todo lo que quise darte,
sin valor
sin coraje,
con el miedo carcelario y sombrío
del daño.
Ocurre
sobre minúsculas grietas del acero
que tu luz reaparece
y me toca,
y no puedo morir,
la ausencia se pronuncia entonces
desde su trono inalcanzable
y el aire deja de fluir.
Esa luz
se desliza
sobre la etérea superficie del abrazo,
en el que alguna vez
(me estás diciendo)
nos vimos
nos reconocimos
nos perdonamos.
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